¿Cuál es tu atributo físico más impresionante?

Ay qué les diré, supongo yo que será mi rostro, no porque sea agradable o no, sino porque es muy expresivo. Dice mi mami que a mí se me nota a leguas cuando estoy enojada, cuando tengo sueño, cuando estoy contenta, no lo puedo disimular.

Mi hija mayor diría que son mis ojos, que casi desaparecen cuando me río (me hago muy china) o que casi se me salen de la cara cuando la estoy reprendiendo por algo.

Y mis amigas de la escuela habrían respondido que mis orejas, que son tan grandes que casi puedo volar ocn ellas jajajaja.

Sin pensarlo: ¡el cabello! No por gusto me dicen “Pelusa”. Y es que ha sido mi distintivo toda mi vida desde que nací. Según cuenta mi madre, los médicos pasaban por su cama a ver aquel bebé que había venido al mundo con tanto cabello… Ahí queda mi foto más antigua como prueba.

Claro que tardé muchos años en aceptar que no tenía nada más llamativo en mi persona, si hasta renegué de él rapándolo del todo y luciendo en su lugar un cráneo redondito y brillante -lo que yo consideraba el estuche de mi mejor arma-, hasta que entendí que la naturaleza no hace nada por gusto y debía aprender a sacarle el mejor provecho posible a su regalo. 

Como anécdota les cuento que el primer encuentro que tuve con Hermán Puig, el fotógrafo cubano cuyo sentido prominente es, por supuesto, la vista, afirmado por su profundo sentido de la estética, me dijo parafraseando a Quevedo: “Érase una mujer a una cabellera pegada”…